Historias metropolitanas
La capital es un contenedor de promesas y cada cual consigue la suya propia, o al menos lo intenta. En ese camino de búsqueda pueden pasar muchas cosas, algunas por desgracia me siguen inquietando y otras, han hecho que desarrolle cierto caparazón que me oprime un poco el alma, pero me hace más fuerte.
Con todo, Madrid puede brindarte noches extraordinarias, y entonces una se reconcilia con la ciudad. Me refiero a cosas sencillas como conseguir una mesa para cenar seis y que no suponga un contratiempo, que la copa de vino blanco esté deliciosa y el asunto de la reunión se vuelva interesante. Es cuando, por ejemplo, el camarero no está de mal humor y nos sugiere algunos platos, porque nosotros no tenemos ni idea de comida hindú. Todo está rico y todo es propicio para que la conversación fluya, nos contemos ideas, bocetos, proyectos, anécdotas y viajes. Es cuando uno está tan bien, que vamos al garito de turno y milagrosamente no está petao y además ponen buena música ¡y a un volumen apto para charlar! y vaya, donde no he tenido que pegarme con nadie para conseguir una cerveza…
Son esas noches redondas madrileñas que hacen que merezca la pena ser urbanita, seguir y salir y creer un poco más en aquellas promesas que un día te hizo la ciudad.
Creo que los astros están dispuestos de tal manera que me siento fuerte, inspirada y mi cabeza bulle con mil ideas que por supuesto os iré contando. Tengo ganas de lanzarme, de comerme Madrid y no tengo miedo.
**********************************************
Sonando Generation Sex de Divine Comedy
**********************************************
Con todo, Madrid puede brindarte noches extraordinarias, y entonces una se reconcilia con la ciudad. Me refiero a cosas sencillas como conseguir una mesa para cenar seis y que no suponga un contratiempo, que la copa de vino blanco esté deliciosa y el asunto de la reunión se vuelva interesante. Es cuando, por ejemplo, el camarero no está de mal humor y nos sugiere algunos platos, porque nosotros no tenemos ni idea de comida hindú. Todo está rico y todo es propicio para que la conversación fluya, nos contemos ideas, bocetos, proyectos, anécdotas y viajes. Es cuando uno está tan bien, que vamos al garito de turno y milagrosamente no está petao y además ponen buena música ¡y a un volumen apto para charlar! y vaya, donde no he tenido que pegarme con nadie para conseguir una cerveza…
Son esas noches redondas madrileñas que hacen que merezca la pena ser urbanita, seguir y salir y creer un poco más en aquellas promesas que un día te hizo la ciudad.
Creo que los astros están dispuestos de tal manera que me siento fuerte, inspirada y mi cabeza bulle con mil ideas que por supuesto os iré contando. Tengo ganas de lanzarme, de comerme Madrid y no tengo miedo.
**********************************************
Sonando Generation Sex de Divine Comedy
**********************************************
Fue redondo: nada de colas, cena tranquila, vino, buena conversacion, risas y proyectos... Hasta encontre un taxi a la primera y sin tener que matar a nadie.
Y lo mejor: nada de resaca al dia siguiente. Mas fresca que una lechuga, sin dolores extraños en el higado. Ese vino blanco...
En fin, un lujazo. Si es que hay que descubrir lugares diferentes en Madrid. Digo yo.
Un saludo, Nayix y Blueboy (los dos habeis escrito sobre el sabado en Madrid)
Jo, Naiara, me has conmovido, con posts como estos, me muero por volver.
Abrazos desde Fráncfort
Óscar
aqui estaremos ojacar, con los brazos abiertos, birra en barra.
un abrazo desde la capi.