Luxor

Después de dos días sin parar en Asuán, con parada en Abu Simbel, decidimos coger un tren a primera hora de la mañana siguiente hacia Luxor. El tren salió con una hora y media de retraso, así que llegamos a la estación de Luxor sobre las 11.00 – 11.30.

Estación de Luxor

Nada más llegar a la estación, un ejército de taxistas y de guías se abalanzó sobre nosotras para llevarnos a tal sitio o a tal hotel. Agobiante. Todo era muy tumultuoso, un lío, pero estábamos tan cansadas que acabamos fiándonos de uno que nos dijo que era del Happy Land, hotel en el que habíamos hecho la reserva desde El Cairo. Así que le seguimos.


Una de las calles principales de Luxor, Africa.

Durante la marcha yo tenía la sensación de que todo el mundo nos miraba, de que todos tenían algo que decirnos, muy agobiante, y mientras tanto, otro tipo nos seguía e insistía para que nos fuéramos al Princess Hotel, el suyo, claro. De verdad que no he visto gente tan pesada en ningún otro lugar. El cortante “no, gracias”, no sirve y una acaba siendo realmente borde para que te dejen en paz. Lamentablemente parece que no entienden otra actitud. La cuestión fue que el “supuesto” guía del Happy Land empezó a liárnosla. Que si no había habitación sólo para nosotras tres, que si teníamos que compartirla con más peña, que si tal, que si Pascual. Nos empezamos a mosquear y acabamos discutiendo con él en medio de la calle (adiós a la vida idílica de Asuán, hola al mosqueo cotidiano con los egipcios). Finalmente lo mandamos a la mierda y nos fuimos con el tipo que insistía para alojarnos en el Princess Hotel, en mitad de la Ahmed Orabi Street, limpio y barato, según él.
La misma calle, otra perspectiva

El tío, Massud Anwar, resultó ser el manager y nos contó su vida mientras negociábamos la estancia tomando un té. Massud estaba molesto porque su hotel no aparecía en las guías, concretamente en la Lonely, la Biblia, como decía bromeando. Por eso, quería tratar muy bien a sus huéspedes, porque comprendía que las recomendaciones y que “el boca-oreja” entre colegas era lo que le ayudaría a darse a conocer. Personalmente, a mi me parecían las típicas "triquiñuelas egipcianas” para sacar pasta, pero aún con todo me fíe de él, aunque fuera a medias.

Operaciones sospechosas de Massud en el Princess Hotel

Y él se encargó de todo. Primero nos propuso coger un minibús al día siguiente, con guía incluido, para el Valle de los Reyes. Ellos mismos lo gestionaban, no nos teníamos que preocupar de nada. El mismo además, se encargaría de conseguirnos los billetes de tren para la vuelta a El Cairo. Y a pesar de mis recelos, el hombre se portó muy bien y resultó ser un tipo legal.

La cara amable de Luxor

Una vez selladas nuestras negociaciones con Massud, nos dedicamos a ver la ciudad: el gigantesco Templo de Karnak, el Templo de Luxor y la puesta de sol sobre el Nilo.

Templo de Karnak

Templo de Karnak

Columnas gigantes en el Templo de Karnak

Una de las vistas más bonitas del Templo de Luxor

Más impresiones del viaje de la mano de Roskat.

Continuara...

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Sonando Siberia de Echo and the Bunnymen

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