Un discipulo de Freud, escribio que después de la Revolución Industrial y de la Cultural el hombre necesitaría la Revolución Sexual para ser realmente libre. Y liberarnos, de las preocupaciones, pero tambien de los prejuicios es lo que pretende Guille Milkyway con sus discos y sobre todo con sus directos.
La Casa Azul es la vía de escape de un atormentado, acomplejado y sobre todo de un incomprendido que se refugia en las canciones, en el pop, para superar sus miedos e inseguridades, y por eso es fácil identificarse con su música porque habla de situaciones y de momentos que todos hemos sentido, sobre todo utilizar la música cuando ya no queda nada más.

Cuando habla, se traba, no acaba las frases y se disculpa por su torpeza, pero cuando empieza a tocar el publico enloquece y se le ve feliz. Es el poder liberador y escapista de la musica, en especial del pop, que es la música que habla de las cosas que nos afectan a todos, y si hay algo que nos afecta a todos es el amor, el eterno tema recurrente en casi todas las artes, por algo será.

Era increible ver la sala llena y la emoción colectiva, como una mezcla entre karaoke gigante y una sesión de exorcización de todos nuestras angustias. No había pose posible y los flequillos acabaron pegados a las frentes empapados en sudor, pero daba igual. El dolor ya había desaparecido.
No voy a volver a perder un sólo segundo en defenderle cuando alguien me diga que su música es cursi o ñoña; me da lo mismo que vaya a Eurovisión, o mejor dicho casi prefiero que no vaya porque las buenas cosas a veces es mejor mantenerlas en secreto.
Esta noche sólo canta para mi.