La vuelta a casa
Y bajo por la cuesta pequeña de Aldapeta y es como hacer un viaje en el tiempo, desde los primeros años de mi vida, hasta el presente.
Primero Villa Arrugain y el jardín de mis abuelos. Me trae recuerdos de los veranos de cuando yo era niña. El sauce llorón, el pino que plantaron mis tíos cuando eran pequeños, hace un millón de años, porque ahora es enorme. El ciruelo japonés, el manzano, el peral y hasta una higuera. Y es que mi abuelo quiso tener una especie de cada planta, por eso diseñó un jardín que a mi me parecía mágico. Ahora no tengo ni idea de quien puede vivir allí y el jardín no es ni por asomo lo que era.
Sigo bajando y llego a Villa Belén, el cole. Ahora es mixto, en mis tiempos era de niñas. Ahora el uniforme consiste en un chándal bien aparente, en mis tiempos era un uniforme de faldita tableada y calcetines. Ahora son profesores laicos, en mis tiempos, monjas, bastante frustradas, por cierto.
Llego a Marianistas. La adolescencia, los chicos, los complejos, las camisas de cuadros gigantes, los pantalones anchos y los primeros cigarrillos. La ventana de 1ºA es la que da a la cuesta y veo a una chica que va desde la pizarra hasta su pupitre. Estarán en matemáticas y le habrá tocado salir. Vuelve, tímida, mirando al suelo y recogiéndose un mechón detrás de la oreja, insegura. Así era yo, así éramos todas, así siguen siendo.
Acabo en el Udaberri, lugar de eternos debates con mis amigos, confidencias, cafés y charlas. Me pido una coca-cola y enciendo el portátil, la música está bien, miro mi correo y busco un plan.
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Sonado una especie de recopilatorio de soul muy bueno en el Uda.
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Primero Villa Arrugain y el jardín de mis abuelos. Me trae recuerdos de los veranos de cuando yo era niña. El sauce llorón, el pino que plantaron mis tíos cuando eran pequeños, hace un millón de años, porque ahora es enorme. El ciruelo japonés, el manzano, el peral y hasta una higuera. Y es que mi abuelo quiso tener una especie de cada planta, por eso diseñó un jardín que a mi me parecía mágico. Ahora no tengo ni idea de quien puede vivir allí y el jardín no es ni por asomo lo que era.
Sigo bajando y llego a Villa Belén, el cole. Ahora es mixto, en mis tiempos era de niñas. Ahora el uniforme consiste en un chándal bien aparente, en mis tiempos era un uniforme de faldita tableada y calcetines. Ahora son profesores laicos, en mis tiempos, monjas, bastante frustradas, por cierto.
Llego a Marianistas. La adolescencia, los chicos, los complejos, las camisas de cuadros gigantes, los pantalones anchos y los primeros cigarrillos. La ventana de 1ºA es la que da a la cuesta y veo a una chica que va desde la pizarra hasta su pupitre. Estarán en matemáticas y le habrá tocado salir. Vuelve, tímida, mirando al suelo y recogiéndose un mechón detrás de la oreja, insegura. Así era yo, así éramos todas, así siguen siendo.
Acabo en el Udaberri, lugar de eternos debates con mis amigos, confidencias, cafés y charlas. Me pido una coca-cola y enciendo el portátil, la música está bien, miro mi correo y busco un plan.
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Sonado una especie de recopilatorio de soul muy bueno en el Uda.
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pues si...que recuerdos... cuantos anios han pasado...y aunque si hemos cambiado a veces parece que no, verdad?
que guays eres nayix, con el laptop en el Uda jeje nioniosti total, osea.
besitos
hay una tia como yo, sola con su portatil, todas las mañanas, hoy hemos coincidido hasta por la tarde, ya intercambiamos cigarrilos y mechero como si tal cosa...
Con cambios, pero en sencia seguimos siendo los mismos, solo que más viejos, y más sabios (espero). Como decía Robert Smith "the further we go and older we grow, the less we show".