Y el sábado por la noche…

… apareció la policía en el Independance con orden de desalojo inmediato, con el fin de no tener más problemas.

Como en los tiempos más oscuros de la represión y castigo, aparecieron con cara muy seria, enseñando sus placas y pidiendo a todo el mundo que nos fuéramos de allí. No recuerdo qué sonaba en ese momento, pero el rollo se cortó de cuajo. Ni efluvios de alcohol, ni exaltación de la amistad, ni ná. Chicos, la festa se ha terminado.

Yo que estaba en la barra con un gintonic, no me enteraba de mucho. Sí, veía movimiento y algo de revuelo, pero sin más. Lo mío era convencer a uno sobre las ventajas de vivir en el barrio de la Guindalera, hasta que encendieron la luz y apagaron la música.

Eing? Pero que es lo que pasa aquí? Es por el volumen? Pero si no estaba tan alta… pero, pero… eeeeh? Qué pasa, oiga! Y un tipo con cara muy, pero que muy seria me dice: “desaloje señorita, por favor, vayan saliendo”. Y así nos echaron del garito, contando uno por uno al personal para comprobar que el número de peña, efectivamente, superaba la capacidad del local.

Y entonces?

Pues entonces nos vamos y nos tomamos la última en el bar de un colega, puertas adentro, persiana echada y la mar de bien hablando de la fuerza motora del arte... o algo así.

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Sonando Fat Children de Jarvis

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