Ahí, el desengaño, una y otra vez

Digamos que me despisté. Digamos que me tragué sus manifestaciones, esas que te dicen justo lo contrario de lo que saben. Esas que nacen del miedo, y el mismo miedo hace que te las creas. Creo que oí cantos de sirena, no sé dónde, que envolvieron mi propia voz y que me dejé llevar, no sé por qué. Ni para qué. ¿¿Para qué??

Pensaba que lo reconocería, que sabría evitar su aliento. Esa fachada que tiene al principio, esa sensación que te deja al final. Esta vez se tomaba demasiadas molestias, pero volvió a burlarse de mí, ja. Respirando La Nada. Ese desaliento, ese desánimo, ese cansancio… y hoy me acarició. Otra vez.

Hoy soy Richard Ashcroft en Bitter Sweet Symphony y el cabreo monumental me va a durar, pero será la última vez.



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