Hoy ha sido un día muy difícil. Al margen de que la línea 5 de metro es una mierda y esta vez nos hemos quedado encerrados en los vagones sin luz y sin la posiblidad de abrir las puertas hasta que el conductor ha ido vagón a vagón dándole a la manivela de emergencia, en el curro ha sido toda la mañana reunidos para seguir dándole vueltas al tema del portal de gastronomía: que si la arquitectura de la información, que si la estructura de los contenidos, el tipo de navegación, los “tags” para arriba, los “tags” para abajo… Lo peor ha sido cuando me ha tocado hablar a mí.

Lo malo de ser documentalista es que una tiene que convencer al resto de la humanidad de la importancia de ciertos conceptos abstractos, tales como descriptores, tesauros, bases de datos y etiquetas relacionadas con contenidos para la futura recuperación de información. La peña te mira como si te hubieses fumado un porro. La cara de interrogante del consultor era un poema cada vez que yo trataba de explicar algo. El silencio ante mi speech era acojonante y yo pensando para mis adentros: “quiero salir corriendo e irme con mi mama”.

En fin, mi querido compi Rod, con sus dotes comunicativas y diplomáticas, me ha sacado del apuro, hasta mi jefa me ha echado un cable cuando la cara de interrogante del consultor era ya directamente una gota de sudor.

No sé en que acabará todo esto, pero hasta el momento la incertidumbre que genero cada vez que planteo algo, asusta.

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No encuentro otro tema más apropiado para este post que el I wanna be Adored de los Stone Roses.

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