Que cuando uno vive solo, se vuelve maniático es un hecho. Lo que me preocupa es que estas“pequeñas extravagancias”, que ya empiezan a formar parte de mi estilo de vida casero, lleguen a estar tan profundamente arraigadas que no haya manera, ni forma - ni ganas - de deshacerme de ellas.

Cuando uno vive solo, se casa con sus rarezas – que remedio - y al final se crea un vínculo superestrecho entre individuo y manías – u objetos! -. En mi caso, llegar a casa, encender la tele, actualizar el ipod, tirarme en el kipplan, leer y ver la tele a la vez, se ha convertido en un sólido ritual.

Pero claro, una tiene sus momentos y ayer por la noche, después de ver L.A. Confidencial – peliculón, por cierto – caí en la cuenta de que quizás me apetecía comentar con alguien la peli, pero que como estaba sola me tenía que conformar con leer una reseña en mi libro de “1001 películas que hay que ver antes de morir” e irme a dormir sin más.

Y con algo de resignación pensé también: “bueno Nai, no está mal, vives tranquila y mañana otro día será.”

Pero hmmm… ¿corro el peligro de considerar que no hay nada más importante en mi vida que el vínculo que estoy estableciendo con mis libros, mis pelis y mi música? ¿soy carne de cañón para el individualismo más extremo y atroz? ¿se me tendría que encender alguna lucecita roja de alerta?

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Chicos, me he enganchado con el tema We Both go Down Together de los Decemberists.

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